Saludable limpieza.
Espera. |
Barrer, pasar el trapo son
actividades que corresponden al orden de las terapéuticas que además de
transformar el lugar en donde residimos nos brinda un momento de conexión única
e irrepetible, concepto en que ahondaremos más adelante. Por lo pronto el
beneficio es en dos capas una interna y otra externa, ésta, que es conocida por todos, es a lo que denomino: “Transformar el lugar en donde se
reside”. Ésta acción, la de barrer, pasar el trapo, lampaso, plumero o
rastrillo incluye como primer paso sujetar algo de madera; elemento de la
naturaleza que conecta, transfiere y transforma en el estado en que la
encontremos; ya sea que haya sufrido un proceso industrial, químico o forestal,
éste íntegro elemento permite que fluyamos a través de él. Con la particularidad
de tener una vía, una dirección, como la tiene un iodo eléctrico. Es una
inescrutable pero bienvenida línea de fuga la que nos brinda asear nuestro
hábitat. Irrepetible tarea porque siempre limpiamos los mismos lugares y de una
manera similar. Digo esto porque no es mí costumbre barrer el suelo pisando el
techo o usar la cabeza de un rastafá como un lampaso o pasar el trapo caminando
como un sapo. Pero lo que recolectamos, que generalmente está compuesto por las
mismas partículas, éstas no se ubican siempre de la misma forma, cambian; son
volátiles. Sucede que en la rutina diaria muchas veces no reparamos en ellas o
si lo hacemos, siempre nos parecen irrelevantes y contradicen a la anterior
oración. Sin mencionar cuando entre medio de estas partículas vislumbramos un
objeto desaparecido, un insecto desconocido, una puntita de un paquete de un
profiláctico que remite a un encuentro o no sé porque algo referido con el
“lujo o de lujo”, un botón e innumerables cantidades de objetos. Simplemente
las vemos arrinconadas contra las inmensas cerdas que son un batallón comandado
por nuestra muñeca. Aquí una de las claves terapéuticas. – Las muñecas lo son
todo – me dijo mi primo Federico en una de las tantas charlas sobre música que
tenemos cuando nos encontramos – empecé hace
dos semanas con la profe de bajo que enseña batería también. El secreto está en
las muñecas. – Tanto como para la batería y tantos otros instrumentos ellas son
responsables de gran parte de resultado final, de la ejecución. En ellas se
concentran grandes tensiones que se acumulan a lo largo del día. Al momento de
barrer, por ejemplo, nuestras muñecas son sometidas a movimientos que no realizamos
diariamente, son llevadas a su prono
y abduce cuando avanzamos y
retrocedemos el ejército de cerdas que arrinconan las partículas. En estos dos
puntos, las muñecas actúan sobre nuestro eje corporal y conducen a mover
nuestra pelvis en una posición poco usual para ella (A lo sumo se toma esa posición
cuando se desciende de un colectivo, los que no son ni bajo ni semi-bajo.) lo
que favorece la rotación del femur en el alojamiento de la cadera.
Saber lo que hay que se debe tirar y
lo que no, ayuda a tomar decisiones. Y mover de lugar lo que interrumpe la limpieza
y colocarlo en donde corresponde, luego de limpiar, es un acto sencillo que educa la atención.