martes, 13 de enero de 2015

La delicadeza del soplo.

Un Cierre Inesperado

La delicadeza del soplo.
Engancho la manga de la blusa de una señora paquéta que lee; con el cierre de la mochila. Acto seguido, la señora, ordena mi inmovilidad por temor a la ruptura de su coqueto bordado al crochet. Acato su exigencia, como todos los pasajeros con la mirada escrutánte que los caracteriza ante sucesos de ésta naturaleza; me petrifico. En auxilio de la señora se acerca una chica de musculosa rosa. Para facilitar giro sobre mi eje, sin mover mi mochila a la que sujeto con ambas manos. Éste giro provoca los gritos de la señora que se intensifican junto con la fuerza de su mano con la que jala del ala izquierda de mi camisa. Los gritos son escuchados por la virgen desata nudos, en cambio, los botones de mi camisa rebotan por todo el colectivo, como en el cuerpo de los pasajeros quedando alojados en los pliegos de sus ropas, interiores de mochilas y carteras, articulaciones del cuerpo y entre los dedos. La virgen, echa carne por la muchacha de musculosa rosa que en un movimiento milagroso de sus dedos desengancha la hebra del cierre de la mochila. Liberándonos. Levanto triunfante la mirada y exijo un aplauso a nuestra libertadora, pero lo único que consigo es una gran represalia por parte de la conchéta: - los botones se los podes volver a coser y la próxima vez, tenes más cuidado por donde pasas. En cambio a mí me arruinaste la blusa -. Y respondo, volviendo a bajar la mirada: - Disculpe señora, prometo ser más cuidadoso -. 
En el trayecto hacia el fondo del colectivo voy recibiendo en el rostro, uno a uno, los botones desprendidos anteriormente que ahora son arrojados por los pasajeros. Al llegar al final del pasillo, uno de los pasajeros que duerme con el cuello movedizo y su cabeza que rebota contra el vidrio de la ventana, abre sus ojos y me mira. Me observa con todos los botones en la mano y las hilachas en la camisa. Se sonríe amablemente, se levanta y procura que tome el asiento, lo hago. Al sentarme, el colectivo rebota bruscamente en una luneta. De mi mano vuelan los botones y pierden importancia. ¿Por qué? Porqué el libro de la coqueta señora sale despedido, vuela hacia la puerta, cae al suelo de cara hacia arriba y se desliza por la hendija de la puerta hacia el exterior del colectivo.  

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