jueves, 15 de enero de 2015

Viaje en asiento opuesto a la dirección de avance.


Movimientos.

Tiempo.
Al final del día, sentado a su lado, un gordo canoso nervioso; digamos que dejó de fumar antes de subir al tren. Enrolla un papel, tamaño naipe de canasta, doblado varias veces, con mucha ansiedad. Sus dedos gordos e índices de las manos pliegan el lado más chico del rectángulo que rápidamente se convierte en un cilindro. Con apenas tres movimientos, lo amasa entre sus palmas. Como cuando giramos infinidad de veces una varita de madera sobre otra, para encender fuego; parece satisfecho.

Ya conforme, el barbas blancas, se rasca la pantorrilla derecha, mira por la ventana, apoya el brazo en el marco y su mentón en la mano izquierda.

Al descubrir mi mirada a través del reflejo en el helado vidrio, recupera su primera posición.
Menos el pulgar y el índice de la mano derecha, que sujetan el comprimido rollo de papel, los dedos de la izquierda desenrollan.


Luego de unas contracciones musculares de todo el hemisferio superior derecho a tempo espasmo. 

T.O.C.   

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